Apenas llevo tres días en la mar y ya te extraño, no quiero ni imaginarme que será de mi durante los próximos seis meses de soledad que me esperan sin ti.
Hoy mismo, mientras terminaba de arreglar unos cabos podridos por la horrible humedad que lo abarca todo aquí había echado a perder, miré hacia el mar y prometo; que por un segundo, pude ver la luz del faro en el que pasamos tantas marabillosas tardes durante el pasado verano.
Sé que esto es imposible, todo lo que me rodea es mar; mas, debió de ocurrir que tan fuertes eran mis deseos de una sola imagen que me recordara a ti que; mi devil y estúpido corazón, creo una realidad ficcticia que se te relacionara. Aun así no me preocupa, ya que sé que estas visiones que yo tengo serán mi mejor arma para sobrevivir después de las cartas que espero impacientemente me envies.
Extraño todo lo que teniamos antes de que la guerra me obligara a alejarme de ti y de todo lo que me importaba, mas, intento con todas mis fuerzas en recordarlas simplemente con calidez, apartando la melancolía que terminaría por acabar conmigo.
Pero sé que este viaje no es el final, se que volveré contigo a ese pequeño trozo de costa que hizimos nuestro paraiso, estoy convencido de que volveré a verte zambullirte en las cristalinas aguas de la baía con toda la elegancia de una magnifica sirena, de que podre lanzarme detrás de ti y así, entre risas y miradas cómplices, besarte y sentir de nuevo el sabor del verano.
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