Todo iba perfecto en aquel momento, pero esa punzante sensación de mi pecho se resistía a desaparecer, como si no aceptara que por fin la vida empezaba a sonreirme, como si de verdad supiera que era lo que iba a ocurrir exactamente...
Y sinceramente no me sorprendería lo mas mínimo que esto fuera verdad, no sería nada descabellado que en algún lugar bien escondido de mi mente permaneciera algun atisvo de lógica y que este, en su inutil afán por protejerme, intentara ponerme sobre aviso a base de malos augurios.
Pero como de costumbre, mi naturaleza confiada ignoro todas esta señales y siguió hacia delante, con una sincera sonrisa estendiendose en mi rostro por cada mirada, manojos de nervios que escalaban por mi espalda como si de una descarga eléctrica se tratara, sentimientos que quitaban el aliento y estúpidas ilusiones mas estupidamente infundadas todabía.
Pero porque engañarme ya? Me encanta sentirme así, es mucho mejor que aceptar que soy una persona que no tiene suerte.
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