Nananana... na... nananana...naa...
El tatarear de la canción llena toda la habitación, pero realmente no consigue quitar esa sensación de vacio que acompaña siempre a quien no tiene nada que decir, o que de lo contrario, no encuentra las palabras necesarias para expresarse.
Tan solo un suspiro, cansado y matizado ligeramente con sentimiento de derrota escapa de sus labios, para luego proseguir nuevamente con la desgarradora melodia...
Nananana... na... nananana....naa....
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