Abro los ojos y observo como la luz de las velas da brillo a la estancia rebotando sobre todas las superficies que encuentra, asi como en el agua en la que estoy sumergida o en las partes de mi cuerpo que sobresalen a su nivel, creando, a cada movimiento que hago, ondas diminutas que arrastran cosigo la luz dorada; como si se tratase de oro liquido.
Tomo una bocanada de aire que sabe a incienso y me sumerjo, pasando a escuchar asi el sonido de los violines a distinta frecuencia junto con el de las burbujas al correr hacia la superficie.
Solo vuelvo cuando los pulmones me obligan a ello, me levanto hasta estar sentada y me encojo sobre mi misma.
Mi piel se siente tan pura aqui, tan limpia... Vulnerable....
Y mi interior tan vacio, que solo puedo echarme a llorar, dejando que mis lagrimas se fundan al caer, como lluvia en el mar, sobre mi baño.
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